Después de recorrer el Coliseo y recrear en nuestra mente antiguas batallas, pusimos rumbo hacia nuestro siguiente objetivo: La basílica de San Pietro in Víncoli. Una visita muy recomendada sin lugar a dudas y la entrada es gratuita. Es una iglesia modesta, pero en su interior alberga el maravilloso Moisés de Miguel Ángel.
La primera vez que vi esta escultura en vivo y en directo me fascinó. Tendría unos 11 años. Me gusta mucho la historia del arte, pero siempre he tenido especial debilidad por esta obra.
En San Pietro in Víncoli también puedes encontrar las cadenas con las que San Pedro fue encarcelado en Jerusalén. Esta es la razón por la que se construyó la basílica.
Continuamos nuestro recorrido por el centro histórico. Además, caminar por las calles de Roma es la mejor forma de impregnarte de la verdadera esencia de la ciudad.
Vimos la Columna de Trajano, la Piazza Venezia y llegamos a nuestra siguiente parada: Santa María Sopra Minerva.
Es la única iglesia romana de estilo gótico. La basílica recibe su nombre de la tradición según la cual, como muchas otras basílicas de los primeros tiempos del Cristianismo, está construida sobre (sopra) un templo pagano dedicado a la diosa Minerva.
Muy cerca está el Panteón, pero no pudimos verlo por dentro porque llegamos tarde, aunque ya había entrado en otras ocasiones y por dentro es una auténtica maravilla. Este templo, de unos dos mil años de antigüedad, es uno de los principales iconos de Roma, junto con el Coliseo. Es la obra arquitectónica mejor conservada de la antigua Roma y en su interior alberga las tumbas de Rafael y de los reyes Víctor Manuel II y Humberto I.
De vuelta al hostal, pasamos por Piazza Navona y nos dirigimos hacia la Piazza di Spagna. Allí nos esperaba algo tan curioso como la Festa della Marina Militare (fiesta de la Marina de Guerra) que celebraba su 150 aniversario.
Esta vez, el flirteo y coqueteo de los jóvenes en la plaza ha sido sustituido por bandas del ejército y el bullicio que la caracteriza, por viejos himnos.